Podemos seguir atados a la lógica obsoleta de la Guerra Fría impuesta por una dictadura militar. O, bien, mucho más astuto, emular a los australianos, quienes –libres de cualquier atadura ideológica– tratan al litio como una oportunidad productiva como cualquier otra. Se han zambullido con todo en el boom, conscientes de que a la vuelta de la esquina una nueva tecnología cierra esta ventana de oportunidad. De producir menos que nosotros en 2012, hoy más que nos duplican. No solo Australia: ni en Argentina, ni en Canadá, ni en Estados Unidos existe esta rareza. El litio es siempre un mineral como cualquier otro. Somos bichos raros a nivel mundial no solo por echarle palta al sushi y melón al vino, sino también por nuestro excéntrico tratamiento jurídico del litio.