Deberíamos reflexionar sobre las limitaciones extremas a las que se llega con la excesiva protección, que al final del día no favorecen mucho a los mismos creadores y creadoras, sino, como mencionaba antes, a las corporaciones que tienen la titularidad de las obras y/o los derechos patrimoniales, pues con la resolución tomada que condena a Internet Archive, dejan de circular más de 600 millones de libros. Los alcances de estas restricciones generan una lamentable inversión en lo que concierne a las limitaciones del acceso a los conocimientos que, desde los comienzos de las invenciones de nuestra especie, siempre han sido de todos y de todas.