Vivimos en un tiempo de cambios, donde la estructura de la sociedad está crujiendo, partiendo nada menos que por su Constitución. Y todo el andamiaje que afirma nuestra democracia, con sus fortalezas y debilidades, está basado en la confianza. O, mejor dicho, en la suma de múltiples confianzas en que cada uno hará su parte. Si no entendemos y partimos de esa base mínima, la crisis será difícilmente superada.