En el discurso creado por la lógica de la periferia emergen el Gobierno Central –también conocido como “Santiago”– y los extranjeros, ambos como enemigos internos. Finalmente, estamos ante un clivaje que no es nuevo: el gran capital versus las pequeñas ciudades. La lógica de Guilluy puede usarse para explicar la discrepancia entre el rápido declive de la ciudadanía periférica y la concentración de intelectuales de izquierda y tecnócratas neoliberales en Santiago. Por ejemplo, la división se agudiza con la negativa de la ministra Tohá, a pesar de la insistencia de los parlamentarios del norte, de declarar allí un “Estado de Excepción”.