Los Estados deben tomar medidas para que los sectores menos competitivos, que indefectiblemente sufrirán con las importaciones, puedan mejorar su competitividad o transformarse hacia otras actividades. El comercio produce ganadores y perdedores y es el Estado –no el tratado de libre comercio o los socios comerciales– el que debe velar para que la liberalización comercial resulte en el mayor bienestar posible para todas y todos, evitando que la política comercial tenga efectos regresivos en la distribución de la riqueza.