Hace 50 años el presidente Allende colocó en Naciones Unidas una advertencia que la historia demostraría en todos sus alcances: la emergencia de corporaciones tanto o más poderosas que muchos países, capaces de actuar por sobre los Estados para avanzar hacia sus propias metas, y pasar por encima de un desarrollo con el ser humano como centro. Google acusado por la Unión Europea de “abuso de posición dominante” es un ejemplo de hoy y tal vez el más suave. Ahora, medio siglo después, el discurso de Boric coloca otro testimonio desde la realidad de Chile en un ámbito de alcance mundial: la urgencia de encontrar respuestas institucionales modernas para las demandas ciudadanas que, en diversas realidades y culturas, reclaman más participación, más oportunidades, más igualdad. En síntesis, democracias eficientes en el mundo digital del siglo XXI.