Los que propugnamos desde la política democrática y realista el cambio igualitario, libertario y ecológico del orden social, con la vocación de representar al mundo del trabajo y de la cultura –que son los sujetos posibles de ese cambio, sin perjuicio del aporte de otros sectores sociales más precarios en su integración social– y a las nuevas generaciones en la preservación de la integridad del planeta, tenemos que actuar con más lucidez y consistencia que los conservadores.