Todo diálogo constitucional se debe dar entre personas que piensan distinto. La razón no es solo cuantitativa o «de inclusión» (aunque esas razones también sean importantes), sino epistémica: dialogando entre diferentes se hace más probable que nos demos cuenta de si los conceptos que estamos proponiendo son los adecuados para dar cauce a las necesidades de la generalidad de la población o no. Esta es, quizá, una de las lecciones más importantes que el triunfo del Rechazo nos deja con miras a la posibilidad de un futuro proceso constituyente.