En la escala local y escala calle, también es amplia la evidencia que consigna que los crímenes y la violencia no son aleatorios y se concentran en áreas y barrios con alto deterioro físico en sus espacios públicos, calles y avenidas. Como han planteado desde los años 70 autores como Kelling y Wilson, la inversión en el inmobiliario urbano, la limpieza e iluminación en las calles y las avenidas permiten a las comunidades apropiarse de los espacios públicos y, con ello, generar mayor control social informal que inhibe la comisión de delitos. También se muestra que allí, donde se invierte en la recuperación participativa de áreas verdes y de los espacios públicos, se genera mayor confianza entre los vecinos y eso se traduce en menor sensación de inseguridad.