Es de particular importancia empoderar a los gobiernos locales, a los municipios, y entregarles más herramientas y autonomía para la respuesta y muy fundamentalmente, como ya se ha mencionado, fortalecer el trabajo con las comunidades. El Estado tiene aquí una deuda muy grande: ha abandonado su vinculación con las organizaciones de base, algo que como Gobierno y como Ministerio de Vivienda y Urbanismo estamos reimpulsando, porque nadie conoce mejor su barrio que sus propios vecinos y son ellos quienes deben, antes que nadie, saber cómo responder ante una emergencia, así como qué está de su parte en la disminución del riesgo. La responsabilidad de las personas y las comunidades, aunque incomode, es algo que no debemos eludir en esta conversación.