Como ha sucedido en otros procesos electorales en la región, ha predominado la lógica del castigo y no una preferencia ideológica en uno u otro sentido. La población quiere soluciones concretas a sus múltiples problemas y necesidades y votará por quien crea pueda hacerse cargo de ellas efectivamente, independientemente de su color u orientación. En Ecuador hace unos años se produjo una reacción contra Correa por su autoritarismo y corrupción favoreciendo un giro hacia la derecha. Pero ahora la marea popular parece querer otra alternativa. Lo dramático es que la oferta política parece consistir en las sillas musicales, con los mismos liderazgos e ideas que en contextos anteriores. Esto como bien lo sabemos, puede derivar en la elección de liderazgos rupturistas que mayoritariamente pueden ser peligrosos para la gobernanza democrática.