El fútbol, el poder y la política

El fútbol, por otra parte, ha pasado muchas veces a ser un “asunto de Estado”. Gobernantes de diversas latitudes se disputan e incluso han corrompido a dirigentes de la FIFA o de las asociaciones nacionales, para obtener la sede de los próximos mundiales. Ya se sabe, por ejemplo, que la designación de Qatar como sede fue resultado de un proceso opaco, que incluyó claros actos de corrupción. Pero, ante todo lo ya descrito, la responsabilidad no recae en algo que es un deporte, sino que en aquellos que buscan apropiarse de una actividad que provee entretención y alegría, y que puede cumplir otras funciones benéficas en una sociedad, en la medida que no sea utilizado para otros fines que no sean el deporte, la recreación y la integración social. 

El fútbol, por otra parte, ha pasado muchas veces a ser un “asunto de Estado”. Gobernantes de diversas latitudes se disputan e incluso han corrompido a dirigentes de la FIFA o de las asociaciones nacionales, para obtener la sede de los próximos mundiales. Ya se sabe, por ejemplo, que la designación de Qatar como sede fue resultado de un proceso opaco, que incluyó claros actos de corrupción. Pero, ante todo lo ya descrito, la responsabilidad no recae en algo que es un deporte, sino que en aquellos que buscan apropiarse de una actividad que provee entretención y alegría, y que puede cumplir otras funciones benéficas en una sociedad, en la medida que no sea utilizado para otros fines que no sean el deporte, la recreación y la integración social. 

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