No sabemos qué pasará en el cuarto trimestre de este año, en el que se podría consagrar una recesión si se produce una nueva caída productiva. O, bien, puede ocurrir que se encamine un proceso de resiliencia de la economía, empujada por la inversión por el lado de la demanda –que mostró un buen comportamiento en el tercer trimestre, aunque las perspectivas de la construcción no son buenas– y los servicios por el lado de la oferta. Veremos si tiene sentido o no la hipótesis de la resiliencia frente a las políticas recesivas del Banco Central y al ajuste fiscal (se han completado dos trimestres de caída del consumo de Gobierno) en nombre de la lucha contra la inflación.