Pareciera que los problemas históricos que arrastra el Estado como garante principal del cuidado de la niñez ya no nos sorprenden, porque la violencia se ha instaurado como una conducta natural en quienes ya han sido vulnerados anteriormente. Tendemos a hacer la comparación entre Mejor Niñez y el sistema carcelario, generando el estigma de que todos y todas son posibles “delincuentes” y ya no tienen esperanza.