Lo que hace el alcalde Rodolfo Carter es desafiar la ausencia de acción concreta e inteligencia del Estado y sus autoridades en materia de seguridad en los barrios. Lo suyo es un grito de barrio ante La Moneda, muy de clase media, que busca inhibir de alguna manera el modelo narco que corroe con sus ganancias y ostentación la vida cotidiana decente del país. De la misma manera que la LGUC no ha sido concebida como un instrumento de penalización frente al narcotráfico, Carter no es el problema por derrumbar casas narco –más allá de su ineficacia y posibles “tiros por la culata”–, el problema es el narcotráfico en los barrios, que los coloniza y controla. El problema es también la autoridad política, principalmente el Ministerio del Interior, que no usa con decisión, coraje y eficacia los inmensos recursos con que cuenta, incluidas las policías.