Los cuerpos, en el ethos actual, obedecerían a un imperativo de la distancia como deseo y de acercamiento como necesidad, donde esta última sería de una necesidad utilitarista instrumental: el Otro al servicio de mi en, quizá, muchas de las apariencias del amor. Claramente esto no debiese ser percibido por la gran mayoría en sus vidas, sobre todo si sus discursos y epistemes intentan movilizarse por caminos distintos a ello. También es importante agregar que esta situación no limitaría la generación ontológica de una relación estética con el cuerpo, pero esta última relación genera (y está generando) ese distanciamiento del “sentir con el entorno”.