En el manejo de episodios de aumentos de precios externos, la política macroeconómica no debe alejar la actividad de su potencial por dogmas infundados, y terminar disminuyendo ese potencial. Actuar para sostener mercados competitivos y estimular la innovación y la diversificación harán lo suyo para estimular la oferta, pero esta debe anclarse en flujos futuros de ingresos que deben venir de alguna parte. La recesión programada por el Banco Central después de la gran expansión de la demanda de 2022 ha sido un error grave, especialmente si se considera que la oferta reaccionó de manera bastante dinámica y sin mayores cuellos de botella ante esa expansión. Deprimir la demanda no ha impedido ni impedirá la inflación de origen externo, salvo que se esté dispuesto a hacer colapsar la economía.