Para legitimar el sistema político hay que dar señales y la clase política hoy tiene en sus manos una tremenda oportunidad de hacerlo. No son eslóganes las ideas y voluntades de lograr amplios acuerdos. Que estos no se lograran en la Mesa de Diálogo Constitucional sería un fracaso rotundo de la política y sus representantes. Se ha llegado a un punto en que todos tienen que ceder un poco, así se logran las mayorías y, por lo demás, la democracia supone que quienes ganan, no lo ganan todo, y los que pierden, no lo hacen para siempre. De allí que las reglas democráticas deben proteger los derechos de quienes quedan en minoría.