El mecanismo del bloqueo opera fundamentalmente en aquellos formatos en que, principalmente desde los mundos adultos, se evitan o niegan las posibilidades de diálogo y encuentro, a partir de la consideración de las y los jóvenes solo como estudiantes que van al liceo “a recibir educación”, y no como actores de los procesos educativos y sociales que están viviendo en tiempo presente. De esta forma, se organizan y despliegan los procesos cotidianos en el espacio escolar sin dar valor a la palabra y acción de los mundos juveniles ahí presentes y son estos(as) últimos(as) invalidados(as) como actores importantes en lo que ocurra. En el mismo movimiento, estos(as) aprehenden que las relaciones en la comunidad educativa están siempre signadas desde este no diálogo y que, si deciden activarse reivindicativamente, han de hacerlo desde la subordinación-conflicto en contra de los mundos adultos, a los que conciben como el enemigo a enfrentar.