Según las cifras del plebiscito de salida, está claro que esos apolíticos duros rechazaron la propuesta de nueva Constitución. Dado que declaré que no comparto el prejuicio de que eran ignorantes y manipulables y el prejuicio de que no les gustó el espectáculo de la Convención, opto por una explicación más sencilla. Aquí va: la nueva Constitución significaba un cambio y el apolítico no quiere un cambio. La explicación es de carácter teórico. La idea no es mía, sino que corresponde a la definición misma de la política en la perspectiva de ciertos autores, especialmente Rancière, aunque está presente en muchos otros. Política es el cuestionamiento de un orden dado. Un político por definición es quien intenta transformar lo existente. El apolítico no tiene interés en cambiar la Constitución. No es tan extraño que quien se declara regularmente apolítico sea de derecha, mientras que es muy difícil que alguien que sea de izquierda se declare apolítico.