Si no tomamos un acuerdo básico sobre el gobierno de mayoría –con todos los controles necesarios para evitar su abuso–, las demandas ciudadanas seguirán procesándose lentamente como hasta ahora (o no procesándose). Los gobiernos de partidos fuertes deben poder llevar a cabo sus programas y la ciudadanía debe poder criticar y rechazarlos en las elecciones siguientes. En el juego de mayorías es posible avanzar en las demandas ciudadanas y en la alternancia del poder, pero, en nuestra cultura política, hemos optado por lo contrario (cuestión que también se expresó en la Convención), donde el ejercicio del poder en el Ejecutivo se ve como botín y amenaza al mismo tiempo, y por las mismas razones, ya que quien toma el Ejecutivo “se lleva todo”.