Asincronías abrasivas

El hombre contemporáneo es interpelado por su creación y no puede responder a las exigencias de su creatura sin menoscabarse humanamente a sí mismo. De hecho, es remolcado y violentado por el mundo que él mismo instituyó; pese a que lo modeló con el propósito de emanciparse de las cadenas de la naturaleza y de las valoraciones heredadas. Según el racionalismo cientificista, en virtud del avance de las ciencias, en el mundo moderno finalmente imperaría la felicidad. Esa, por lo menos, era la idea que animaba la fe en el progreso. Sus realizaciones tangibles son prodigiosas.  

El hombre contemporáneo es interpelado por su creación y no puede responder a las exigencias de su creatura sin menoscabarse humanamente a sí mismo. De hecho, es remolcado y violentado por el mundo que él mismo instituyó; pese a que lo modeló con el propósito de emanciparse de las cadenas de la naturaleza y de las valoraciones heredadas. Según el racionalismo cientificista, en virtud del avance de las ciencias, en el mundo moderno finalmente imperaría la felicidad. Esa, por lo menos, era la idea que animaba la fe en el progreso. Sus realizaciones tangibles son prodigiosas.  

Comparte la noticia