Dicen que en tiempos de fin de ciclo, de crisis y falta de perspectiva, se profundiza el nihilismo, el todo vale, y al mismo tiempo los fanatismos religiosos como intentos fallidos de contención. Y una tercera cosa, corrientes espirituales, como el veganismo o el animalismo; ideas que ponen al ser humano en su lugar. Pero no es seguro su camino. Por supuesto que cuidar a los animales es un signo civilizatorio, pero para cuidar a la naturaleza hay que primero cuidar al verdugo; procurar que exista un ser humano que responda por su lugar en el mundo, un ser humano capaz de cuidar. La obligación va antes del derecho, escribió Simone Weil. ¿Cómo salvar esa potencia del ser humano? Nada se resuelve para siempre. No es seguro en absoluto que la cultura salve al ser humano de la barbarie. Pero intentarlo, no soltar, hace que la pena valga. Porque la responsabilidad dignifica, otorga un lugar en la trama del mundo. Eso no lo resuelve un comité de expertos de ningún tipo de ingeniería social.