Si consideramos el intento por cambiar la Constitución impulsado por el Gobierno Bachelet 2, a partir de 2014, llevamos 8 años intentando cambiar la Constitución de Pinochet y reemplazarla por una nacida en democracia. Para los menos, ese esfuerzo viene de mucho antes. El proceso de cambio ha resultado más complejo al previsto y corresponderá a la política dar cuenta de ello. A pesar del traspié electoral del 4S es indispensable conseguir una nueva Constitución, que permita por un lado resolver democráticamente las contradicciones que originaron la revuelta social y el país pueda, al fin, hacerles frente a los desafíos del siglo XXI.