Otra parte de la historia se explica precisamente por la ineficacia de la Convención primero, y de la campaña por el Apruebo después, de anticiparse y responder de modo efectivo frente a tales temores. Al calor de los debates de la Convención, no se aquilató la relevancia que adquirirían estas cuestiones en la conversación social y, cuando se hizo, fue demasiado tarde. El intento de los partidos por proponer reformar lo aprobado llegó muy tarde y mostraba precisamente aquellas sombras del texto. Una cuestión adicional se refiere a que durante los momentos más álgidos de las deliberaciones (febrero-junio), los y las constituyentes entraron en una vorágine de votaciones que les impedía observar los efectos que estaban teniendo sus decisiones en la opinión pública. En este sentido, mientras la campaña del Rechazo ya estaba bien instalada, comenzando marzo, la campaña del Apruebo recién comenzó a tomar forma a mediados de julio.