Juntos pero no revueltos: el riesgo de sumar en las negociaciones las reformas del Gobierno y el debate constitucional

En el oficialismo, el mayor temor por estos días es que tengan que hacer demasiadas concesiones con la oposición para obtener los votos que den luz verde a las reformas estructurales que conforman el corazón del programa gubernamental del Presidente Boric. Con ese temor a cuestas, una de las misiones –confiesan cercanos a Palacio– de la flamante ministra de la Segpres, Ana Lya Uriarte, no solo es acompañar el segundo tiempo del proceso constituyente en el Congreso sin comprometer al Gobierno, sino también separar claramente las aguas entre los proyectos de reformas emblemáticas (como la tributaria y de pensiones) de la discusión constitucional, aun cuando –advierten– la tentación de ciertos sectores de la derecha de vincularlos no es menor, al saberse con "la sartén por el mango" a la hora de negociar. Uno de los grandes costos de haber perdido el plebiscito, admiten desde el mundo progresista, es que retrotrajo la conversación en varios años, algo extremadamente complejo, porque si bien se tenía aceptado que tendrían que hacer concesiones, dado que el Gobierno no tiene los votos en ninguna de las dos cámaras, con la paliza electoral del domingo las concesiones podrían convertirse en sacrificios. 

En el oficialismo, el mayor temor por estos días es que tengan que hacer demasiadas concesiones con la oposición para obtener los votos que den luz verde a las reformas estructurales que conforman el corazón del programa gubernamental del Presidente Boric. Con ese temor a cuestas, una de las misiones –confiesan cercanos a Palacio– de la flamante ministra de la Segpres, Ana Lya Uriarte, no solo es acompañar el segundo tiempo del proceso constituyente en el Congreso sin comprometer al Gobierno, sino también separar claramente las aguas entre los proyectos de reformas emblemáticas (como la tributaria y de pensiones) de la discusión constitucional, aun cuando –advierten– la tentación de ciertos sectores de la derecha de vincularlos no es menor, al saberse con «la sartén por el mango» a la hora de negociar. Uno de los grandes costos de haber perdido el plebiscito, admiten desde el mundo progresista, es que retrotrajo la conversación en varios años, algo extremadamente complejo, porque si bien se tenía aceptado que tendrían que hacer concesiones, dado que el Gobierno no tiene los votos en ninguna de las dos cámaras, con la paliza electoral del domingo las concesiones podrían convertirse en sacrificios. 

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